La luz de Buenos Aires, como la captó el genial Horacio Coppola
09/11/10
Una copia firmada de “Avenida Roque Saenz Peña” (1936) será sorteada entre quienes asistan a la entrega del Premio Clarín de Novela.PorJUAN CRUZ ESCRITOR. Jurado Del Premio Clarín
* Imágenes
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Hay algo de inquietante en esta imagen quieta que Horacio Coppola rescató del aire de Buenos Aires allá por 1936.
Es la luz indecisa y blanquinegra de la mañana, parece, o podría ser la amenaza tranquila de la tarde en la ciudad por la que Borges paseaba, con Horacio, precisamente, mientras Europa se preparaba para sus desastres.
Hay armonía, como si empezara el día, o como si éste se estuviera escondiendo detrás de un leve rayo de contaminación. Como si el día hubiera fumado y ahí quedara el rescoldo.
¿Mañana, tarde? Y qué importa si es la mañana o la tarde la que sufre, en este documento geométrico, la caricia de la luz. Es Buenos Aires, una armonía.
No importa nada qué hora es para lo que quería Coppola: lo que quería buscar, en aquel tiempo incierto que empezaba a llenar de escombros Europa (como dice Antonio Muñoz Molina hablando de la época y del fotógrafo), era el ritmo confiado de la ciudad, el certificado de una luz, la pureza de una arquitectura que merecía ser mirada.
La audacia de Coppola consiste en estar ahí, en el preciso instante, para obtener lo que antes llamábamos una instantánea, palabra que se inventó para conferirle a la belleza y al tiempo una categoría periodística.
Borges veía, cuando se quedó completamente ciego, algunos colores, el amarillo sobre todos. Pero, de resto, para él todo era en blanco y negro, que son los colores de la quietud lúcida, los colores geométricos, el yin y el yan del universo.
Coppola vio esa luz de 1936, y es curioso que ahora esa luz se me parezca, en su nitidez, a algunos sueños poéticos de Borges, cuando el autor de Fervor de Buenos Aires dispuso de la ceguera para imaginarse la perfección de las calles por las que transitó antes de verlo todo de blanco, negro o amarillo.
No es fotografía tan solo la de Coppola; como la pintura o como la literatura, en esta perfección de las sombras hay, como dijo Juan Manuel Bonet, la ambición geométrica del artista, y de la geometría viene todo.
La ambición del hombre es geometría, por eso creó las ciudades, para ordenar su ambición de existir con otros.
Mirar este fotograma quieto de Coppola es imaginarse esa ciudad poblada y deprisa de ahora mismo, Buenos Aires moviéndose con el ritmo con que Coppola la intuyó cuando era casi tan solo la luz el principal habitante de la ciudad y de sus fotos.
Coppola Básico
Buenos Aires, 1906
Fotógrafo.
Es el gran maestro de la fotografía moderna argentina.
En 1929, dos fotos suyas ilustraron el libro de Borges “Evaristo Carriego”. Estudió con Walter Peterhans en el taller del departamento de fotografía que creó Molí Nagy en la Bauhaus. En Europa conoció a su mujer, la fotógrafa Grete Stern.
En 1969 se hizo la muestra retrospectiva de Coppola “Cuarenta años de fotografía”, en el Museo de arte Moderno. En 1992 el Museo de Bellas Artes le dedicó una muestra antológica de su obra y en 2006, otra muestra suya se exhibió en el Malba.
Una exposición en Madrid
La obra de Horacio Coppola está en Madrid. El Círculo de Bellas Artes exhibe por estos días la exposición “Horacio Coppola. Los viajes